miércoles, 5 de junio de 2019

HISTORIA DE HUEPIL



El pueblo de Huépil nace como estación de ferrocarriles por decreto de 15 de septiembre de 1906.

En aquella época se construía la línea del Ferrocarril Trasandino que finalmente llegó hasta Polcura

Esta estación adquirió rápidamente un flujo importante de transporte de carga y pasajeros, especialmente por la cercanía con las haciendas Huépil Alto, Huépil Bajo y Rucamanqui, además de ser punto de encuentro de líneas de comunicación con Argentina y la precordillera andina.

La estación, junto al servicio del ferrocarril, tuvo rápidamente servicios de correos y telégrafos, luego la primera escuela y por consiguiente el comercio. Aunque desordenado y con problemas de convivencia en un principio, Huépil se fue formando como un pueblo de bastante movimiento, sobre todo por las haciendas y el aumento del campesinado.

En 1969 un grupo de vecinos solicitó el traslado de la cabecera de comuna y al cabo de algunos meses de trámites y negociaciones con las autoridades administrativas y legislativas, se promulgó la ley 17.248, por la que la capital comunal se traslada desde Tucapel a Huépil.







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HISTORIA DE TUCAPEL



El 13 de noviembre de 1724, según la tradición oral, se fundó el fuerte de San Diego de Alcalá de Tucapel y aunque por largos años estuvo inconclusa su traza, sirvió a los propósitos de contener las entradas indígenas a los valles de mayor población española.

Situado en un promontorio inclinado a pocos metros de la orilla norte del río Laja, el fuerte de Tucapel albergó una corta población que se ubicó al occidente, entre las murallas de la fortificación y el estero Itatita.

San Diego de Alcalá de Tucapel contaba con tropa permanente, iglesia y capellán, de tal manera que hubo servicios administrativos y espirituales que permitieron la permanencia y la aglutinación de colonos en esta parte del territorio.

Asimismo, el sitio fue lugar de intercambio comercial entre el mundo hispano y el indígena, especialmente con la etnia pehuenche. Entre los meses de octubre a marzo se intercambiaban pieles, plumas, textiles, sal de las pampas y otros productos por trigo, papas y ganados, además del contrabando de alcoholes y armas.

En abril de 1855 se dispuso que al cabo de dos años la población debía estar completamente trasladada al sitio que hoy ocupa. De esta manera se produjo un cambio importante, ya que se ocupó un terreno llano y más acorde con las necesidades de su crecimiento.

En 1872 la población alcanzaba a los 750 habitantes, 90 casas particulares y 3 edificios públicos, con calles en buen estado de conservación. Desde la creación de la Comuna de Tucapel el pueblo sirvió de cabecera comunal, hasta febrero de 1970 en que la Municipalidad es trasladada al pueblo de Huépil.



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HISTORIA DE LA COMUNA

Historia de la Comuna de Tucapel












La comuna de Tucapel fue creada por la llamada Ley de Comuna Autónoma de 27 de diciembre de 1891, como parte del Departamento de Rere de la Provincia de Concepción, pero su instalación se produce en 1793, siendo su primer alcalde don Francisco Friz.

La comuna de Tucapel, en 1927 pasa a formar parte del Departamento de Yungay y de la Provincia de Ñuble y en 1980 sufre nuevamente un cambio de jurisdicción administrativa que la deja formando parte de la Provincia de Bío-Bío

La comuna y el pueblo de Tucapel adquieren este nombre desde que en 1724 fuera trasladado el fuerte homónimo situado en la banda occidental de la cordillera de Nahuelbuta, el mismo en cuyas inmediaciones cayera derrotado y muerto el gobernador Pedro de Valdivia en 1555.

Una gran sublevación indígena liderada por el cacique Vilumilla en 1723 obligó al Gobernador Gabriel Cano de Aponte a trasladar los fuertes situados al sur del río Biobío y de esta forma Tucapel es instalado a orillas del río Laja y en un fértil valle que lleva a los boquetes cordilleranos por donde entraban y salían indios pehuenches y chiquillanes.

Escudo



En campo de plata una mano derecha con sus antebrazo, todo de carnación, mostrando su palma, saliente de la punta, empuñando un arco iris puesto en la faja arqueada, llena de cuatro burelas de los siguientes esmaltes de arriba hacia abajo (desde el eje hacia la punta): gules (rojo), oro (amarillo), sinople (verde) y azur (azul).

TIMBRE: corona mural de oro, mezonda de sable (negro), realzada por 16 almenas, de las cuales solo 9 visitas.

SIMBOLISMO: Se basa en la etimología araucana los topónimos Tucapel y Huépil.

Tucapel, proviene de tur, tomar, reforzado por la partíla factiva ca, coger, agarrar, y pe-el, participio pasivo del verbo ver o adquirir, por tanto visto, adquirido.

En síntesis, "adueñarse de lo visto" es el significado de la voz «Tucapel».

Huépil, proviene de Huepull, que significa arco iris.

En el escudo se reúnen ambos topónimos, por su estrecha ligazón geográfica y administrativa, componiéndose el blasón de tal modo que el puño se adueña de lo visto, en este caso del arco iris, anuncio del buen tiempo, de la prosperidad, que es sumamente visible y significativo de buen augurio.

La corona que timbra el escudo es la correspondiente al rango municipal.

LA VIRGEN MARÍA SANTÍSIMA DE HUÉPIL



Según cuenta la historia, la Virgen María Santísima de Huépil fue encontrada por un joven de 17 años, llamado Juan Alberto Riquelme Sandoval en 1857. El muchacho trabajaba como inquilino para Don Vicente Pino, encontrándose disponible para las diversas faenas que requiere el campo según la época del año.

En la oportunidad, Juan Riquelme se encontraba limpiando trigo junto a otros campesinos, cuando vio algo que brillaba entre las espigas. Al acercarse con atención, se dio cuenta que había encontrado una cajita de plata. Al abrirla, sus sorpresa fue enorme ya que no había un anillo o un par de aros para agasajar a alguna muchacha como pudo pensar en un primer momento, sino que su hallazgo fue de carácter religioso: en su interior descansaba una medallita ovalada de 5 x 3 cm. donde aparecía la Virgen María con el niño Jesús en sus brazos y junto a ella, dos ángeles custodian sus pies. En el reverso de la medalla, se leen claramente las letras "MA" y se puede ver el dibujo de tres espigas.

Cuenta la historia familiar que “él llevó la medalla a su patrón y le dijo que le pertenecía porque la había encontrado dentro de su tierra. Su patrón le dijo que no, que era algo divino y que si él la había encontrado que se la dejara y que la venerara, que la pusiera en un altar, en algo pequeño y que la diera a conocer, que Dios se la había puesto en su camino”, relató Paz Benítez al diario La Tribuna, hace ya algunos años, siendo ella tataranieta de Juan Riquelme.
La familia de Juan, agradeciendo esta nueva presencia divina en casa, decidió construir un pequeño altar, sin siquiera sospechar lo que vendría después. Gente de los alrededores comenzó a concurrir al altar y, al hacerse cada vez más popular y más concurrida la virgen, hubo que hacer la novena de la Virgen en el patio.

Asimismo, sus feligreses llegaban a retribuir los favores concedidos.

Cabe mencionar que, en aquellos tiempos, le pagaban a la Virgen con monedas de oro y plata, con flores y comida. “Le traían pollos enteros, le pagaban con animales”, relató Paz.

En esos tiempos su abuela Claudina era quien recibía los dineros recaudados por los peregrinos que acudían a visitar a la Virgen. Ello ocasionó que Claudina aceptara y recibiera a muchas personas que vivían en la calle, a quienes atendía con las ofrendas; por lo que en su casa siempre vivió mucha gente, con quienes sintió el compromiso de ayudar por las retribuciones que llegaban a la Virgen.

En ese entonces, esta localidad era puro campo, y según se cuenta, sólo habían tres casas: de la familia de Juan Alberto, de la familia Girichi y de la familia Ganga.

En este nuevo hogar se le construyó un pequeño altar y se le respetó sagradamente sus días de novena, tradición que hasta hoy se conserva.

Con el paso paulatino de los años, Huépil fue creciendo, así como la devoción a la virgen.

Cuando don Juan Alberto Riquelme (quien hizo el afortunado hallazgo) falleció, le heredó esta imagen a su hija, la Señora María Riquelme Henríquez, quién continuo venerando a esta imagen.

Pero la señora María también falleció y la Virgen siguió trascendiendo generaciones, pasando a manos de su hija, la Señora Nuria, quién se preocupa de continuar con la tradición de realizar la novena desde el día 17 al 25 de diciembre, cada año.

Es así, como, hasta el día de hoy, el día 24 de diciembre comienza a llegar gente de diferentes lugares de la zona hasta Huépil para pagar sus mandas y favores. Cabe mencionar que Huépil está rodeada de varios pueblos. Quienes viajan a visitar a la Virgen llegan a pie y a caballo y son oriundos de localidades como Yungay, Pemuco, Antuco, Chillán, del Carmen, Cabrero, Campanario y lugares aledaños; también, provienen de Santiago y Antofagasta.

Esta es toda una fiesta para el pueblo, que no solo está marcada por la devoción, sino que también se transforma en un lugar de encuentro y en un importante evento cultural del tipo "feria costumbrista", con muchísimos puestos que llegan de todas partes de la región.

A estas alturas de la historia de mundo, son cerca de 10 mil las personas que peregrinan, año a año hasta Huépil. 5.000 lo hacen en vísperas de navidad.

IGLESIA CATÓLICA DE TUCAPEL



Uno de los edificios más representativos y emblemáticos de la localidad de Tucapel es la iglesia. 

Edificio rico en historia e identidad, que aporta un inconfundible carácter a nuestra comunidad que ha crecido con ella.
Para los tucapelinos, tiene un incalculable valor simbólico y material, y es un espacio de referencia en torno al cual se han formado diversas generaciones.

Como referencia, esta iglesia fue construida por Clemente Vidal. Tras el derrumbe de la antigua iglesia por el terremoto del 21 y 22 de Mayo de 1960 y es una imitación a la Catedral de Chillán.

En la fotografía aparece la familia Lermanda Mardones en la década del 60 (podemos asumir que es después de la segunda mitad de la década).